Este gran relato sobre mis aventuras francesas tuvo lugar en Noviembre. Exactamente del 5 al 15 de Noviembre de 2010. Unas fechas que probablemente nunca olvidaré.
Mis aventuras en Francia comienzan en España.
Como esta parte es un poco coñazo la resumiré. Básicamente me tocó la lotería. Un colega mío estudiaba de Orgasmus en Brest (Francia) y se enteró sobre un rollo en Francia para estudiantes europeos... Me pagan el 70% del viaje, estoy diez días en Francia, me harto de ver cortos en el 25 festival de cortos europeos de Brest, no pago alojamiento, las comidas incluidas, conozco a gente guay y participio en un curso de montaje... ¿Qué más se puede pedir? Por supuesto, sé lo que estáis pensando, solo se puede pedir una cosa más... que una francesa se enamore de mi, o que no se enamore, tan solo que la cosa acabe en la cama... (¿Para eso se viaja por Europa no?)
Bien. A las 9 de la mañana tomo el avión que sale desde Sevilla a Beauvais. Lo tengo todo listo. La ruta: En Beauvais tomo un tren hasta la estación de París Nord, luego ando cinco kilómetros por medio de París hasta Paris Montparnase, y desde allí un último tren hasta Brest. Todo el día de viaje. Perfecto.
No llevo ni cinco minutos en la zona de embarque cuando ya escucho a la guardia civil pronunciar mi nombre por megafonía... empezamos bien. Resulta que idiota de mí, cuando me quité las cosas para pasar por el arco detector de metales me dejé allí una riñonera que tan solo contenía en su interior: Una tarjeta Master Card, unos 200 euros, el diccionario de Francés-Español, las gafas de vista de repuesto y el carnet de socio del Jerez Industrial... Nada importante... Gracias a Dios la Guardia Civil (esa especie de caballero Jedi español) encuentra el carnet del Jerez Industrial y me localiza... Por una vez en mi vida el Jerez Industrial me hace un grato favor.
Continuo en el avión. Empieza la feria ambulante de Ryanair. El carrito de ventas de productos varios: Desde una hamburguesa a un perfume francés. El Rasca y gana, cupones de lotería. ¿Alguien pilota el avión? Que más da, puedes ganar hasta 6 mil euros con los cupones.
El avión aterriza con más pena que gloria, ya que al tomar tierra se tropieza y el ala derecha se inclina un poco, casi como para tocar tierra e irnos todos al peo. Da igual, suena la musiquita de llegada y todo el mundo aplaude ¡VIVA RYANAIR!
Me bajo en Beauvais, lloviendo claro, estoy en Francia. Y tomo un autobús, el primero que pillo que me lleva directamente al centro de París. Lo sé, esa no era mi ruta prevista. Sin darme cuenta una hora después estoy en el centro de París con mi mochila, sin tener ni idea de donde estoy ni de como llegar a la estación de París Montparnase. ¿Me preocupo? Claro que no.
Pregunto a un amable señor que me indica que debo coger el metro. Me bajo al metro y encuentro un cartel enorme con las dos mil líneas de París (Cuan fácil es esto en Sevilla que solo hay una línea), y ningún cartel de: USTED ESTÁ AQUÍ, o como se diga en francés. Pues nada, a preguntar se ha dicho. Pregunto al dueño de un bar en el metro, que de nuevo amablemente me indica. YA SÉ LLEGAR.
Tomo el metro adecuado, y cuando veo las estaciones por las que paso, veo que me alejo de mi destino en vez de acercarme: Bien, he tomado el metro contrario. Ningún problema, muy seguro de mi mismo me bajo en la siguiente estación y tomo el metro contrario. ¿Algún problema? Ningún problema, tan solo quería hacer algo de turismo por el metro de París. Muy aseado y limpio el metro, de buena calidad y sillones con gomaespuma de la dura. Una maravilla.
Por fin llego a París Montparnase. Como un bocadillo y un refresco que me cuestan 7 pavos. Y pillo un tren para Brest. Cinco horas después sobre las 21:30 de la noche llego a mi destino Brest donde debiera de estar esperándome el chico francés que organiza aquello. Como en las películas americanas, la persona que debiera recogerme no aparece y mientras todo el mundo encuentra alguien a quien abrazar, yo me quedo solo en la estación. ¿Preocupado? ¿Por qué? Estoy en un país extranjero en la estación de trenes donde van a dormir los mendigos de Brest, sin nadie a quien conozca o con quien comunicarme en unos 1800 kilómetros a la redonda. ¿Preocupado? Ahora el guri soy yo. No hay ningún problema.
Una hora después allí está Vince, el chico francés al que esperaba. Me lleva a su casa y me comenta que unas horas más tarde llegarán otros tres españoles.
Entro en su casa. Probablemente la casa más desordenada del mundo libre. Había mierda para llenar tres plazas de toros. Y sin darme cuenta, veinte minutos después me cuela en la casa de una amiga suya en una fiesta con diez personas más. Todos franceses y algunas alemanas. ¿Me preocupo? No claro, yo no hablo ni francés ni alemán ¿Y qué? Soy español, que hablen español los demás. Y empiezo a hablar sobre política, deportes, música, y vinos con un chico francés en español chusquero. Hablo con todo el mundo, en medio inglés, y cuando no entiendo el inglés, no hay problema, les enseño a ellos a hablar en ANDALUZ y hablan en andaluz. A tomar por saco.
Después de varias copas de sidra bretona vamos a la estación a recoger a los otros tres españoles. Personas maravillosas, Nahuel, Cristina y Gonzalo.
Volvemos a la casa más desordenada del mundo libre. Yo dormiré en un sofá cama en un saco de dormir al lado de Nahuel. Bien, no hace una hora que nos conocemos y ya me ha visto en calzoncillos. ¿Algún problema? Nunca por favor.
Duermo apago la luz y a mitad de la noche George se monta encima de la cama y me despierta. No penséis mal, George es el gato de Vince. EL Gato más listo del mundo. Es como los velocirraptores de Jurassic Park: Sabe abrir puertas. Se ha colado y nos ha pegado el susto de la muerte. Lo echamos, y Nahuel inteligentemente coloca la mesita de noche bloqueando la puerta.
Por fin, me duermo, pensando: Joder, me he despertado a las 6 de la mañana en Sevilla. Y son las 3 de la madrugada en Brest. QUÉ PUTO DÍA MÁS LOCO.
Lo que me queda en Francia, si todo esto me ha pasado solo el primer día...
Francia da muchos golpes, pero más golpes da la vida.
CONTINUARÁ.....
Alfredo García